domingo, 12 de julio de 2009

►►► Minimas consideraciones

Madrid,
Es inquietante sumergirse en el pecado de su mismísima naturaleza.

Cuando le riega el sol de julio se enamoran los corazones transeúntes
que husmean en los espacios de placer que su estridencia obsequia.

Madrid,
la de las calles con nombres inusitados
y opulenta en la guapura que destila su sencillez.

Madrid,
sorprendentemente babilónica.

Son apasionantes todos sus escondrijos
y hasta en su ínfimo esplendor te torea como un bailaor.

Me encapricho con el flamenco
porque es el desconsuelo parido en la penuria.
Es la voz del calvario y se palmea para hacerla añicos.

Por la calle del Pez
sobrevuela el alma inquieta de Andrés.
En la calle del Desengaño
estan el Diego, las putas y Manu Chao.

Madrid es la Olavarría de Mario
la fascinación de Jesús por el sur
y el lunel hachís del marroquí ibérico.

Es la seducción de los tambores africanos
y en una de esas hay pista
para el cante trotante del Miguel
y la guitarra del Pedro
que milonguea un clamor en el estante del Retiro.

Madrid bambolea sus caderas
y se fía de sus pecados trasnochados
a troche y moche.





























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